“No me cogerá, no me cogerá…”
Me lamentaba yo en silencio mientras las lágrimas corrían por mi rostro. Estuve un buen rato escondiéndome de cuclillas detrás de la puerta, hasta que, con decisión, me puse en pie y me dirigí a las escaleras que me darían la libertad.
En el primer escalón la madera crujió bajo mis pies y la escuché reír de nuevo, desquiciada. Bajé corriendo, pero, cuanto más corría yo, más corría ella y más lejos me parecía que se encontraba la puerta. Aquellos siete segundos se me hicieron eternos, hasta que finalmente tomé el pomo con mi mano izquierda, dispuesta a poner fin a todo aquello,… y me di la vuelta.
Ella me sonreía desde el final del pasillo. Tenía los labios pintados de un rojo sangriento que resaltaba en aquella piel tan pálida. El rímel se le había corrido y su pelo, en otras ocasiones recogido en una severa coleta alta, estaba suelto y enredado. Se había puesto su minifalda fucsia con una blusa beige de escote pronunciado. Iba descalza.
“Descarada…no podrás conmigo, no otra vez…”
Se acercaba a mí mientras se contoneaba cual pavo real. Rió otra vez, y la fuerza de aquella risa resonó en mis oídos como un eco lejano, un eco eterno que llegaba acompañado por la voz ronca de aquella femme fatal.
Cuando estuvimos a la misma altura rocé mis labios con las yemas de mis dedos. Ella me imitaba. Se sentó en el suelo y abrió sus piernas muy despacio. Adiviné entonces unos rizos tan oscuros como su cabellera.
Me miró lasciva mientras se relamía. Mi corazón latía cada vez más deprisa.
Era la diosa de todos los males, la reina oscura de mis fantasías, la bruja en todo cuento de hadas…mi perdición divina.
Abrió más las piernas.
“Desvergonzada, niña mimada, caprichosa…”
Rezaba yo, mientras la veía deshacerse de su camisa, ofreciéndome todo su esplendor, retándome a sabiendas de sus efectos.
La sangre hervía en mi interior, cada latido me golpeaba el pecho y retumbaba en mis oídos. Quería haber aguantado más, haber sido más fuerte. Pero ¿para qué negar lo innegable?
Tenía que ser mía, toda ella, los traviesos rizos que se asomaban por su falda, sus redondos y endurecidos pechos. Quería poseer cada parte de su piel, fundirme con cada gemido…
“Eso es…”
Quería hacerla temblar de placer y me puse a ello. Mi mano izquierda acarició sin tregua el pecho, y continuó bajando lentamente, saboreándola poco a poco con la mano, llegué hasta su vientre y me entretuve en caricias dejándome llevar por el momento; seguí bajando...
“mmm… sí, muy bien…eso es”
Empecé con movimientos circulares, despacio, y el ritmo se fue acelerando al compás de la respiración; gimió/gemí, se le/me aceleró el pulso, sintió/sentí que me quedaba sin aire, que todo desaparecía, que mi casa era un país, que el país era un mundo, que el mundo era un planeta, que el planeta un universo, que el universo tantas estrellas… y exploté como una supernova, y caí rendida en el suelo; con el rímel corrido, los labios de un rojo sangriento que destacaban con mi tez pálida, sin camisa, sin bragas y con la falda desbaratada.
Cerré los ojos y dormí complacida. La lujuria en mi reflejo, dulce depravación.
7 comentarios:
Muy buen cuento, igual que todo lo que he podido leer en este blog, al que volveré muchas veces. Muy buen diseño. Felicitaciones.
Pilar Alberdi
Vaya, Pilar, gracias, y contento de saberlo :)
La verdad es que, como le comentó a Alejandro en una de las últimas entradas. la mayoría son textos muy antiguos que debería tener la sana costumbre de mirar antes de colgar, ejeje.
Caso que no lo hubieras hecho ya, te animaría a leer las cartas que hay por aquí:
http://tenderetedepalabras.blogspot.com/search/label/Carta%20de%20amor
Creo que es de lo mejorcito de por aquí de mi autoría.
A ver si en unos días dan el resultado de algunos concursos de cartas en los que participo, y si gano o quedo semifinalista se podran leer por aquí también ;)
Un abrazo. Nos leemos
"sintió/sentí que me quedaba sin aire, que todo desaparecía, que mi casa era un país, que el país era un mundo, que el mundo era un planeta, que el planeta un universo, que el universo tantas estrellas… "
Pues no me extraña que ganara el premio. Lleno de imaginación, y cómo te va llevando
Como dijo Cervantes: «lo que se sabe sentir, se sabe decir»
Saludos
Pilar
Jeje Gracias, la verdad es que me quedé bastante contenta con este relato y me gusta mucho ver que cala en quien lo lee.
De nuevo gracias por los comentarios!!
Un abrazo!
Dafd,no ganó, ganamos, ejejeje. Hubo un empate a puntos entre este relato y el mio :P
Joé. Vaya. No me había dado cuenta. Felicidades.
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