Tras naufragar dulcemente despertó y, alargando el brazo, no encontró más que aire; lo acostumbrado.
De nuevo, en la penumbra de una habitación numerada, la asaltó el mudo enviado que muere cuando mata al despertar el llanto.
«Ojalá pudiera oír sus burlas».
«Todo sería mejor que el silencio…»
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