Manuel Vela Filigrana, más allá de consagrar su vida a aprender y desarrollar el arte de elaborar castañuelas, estudió sus orígenes; esto le llevó a escribir varios libros sobre éstas y su historia, a dar numerosas ponencias, y a realizar fieles recreaciones de cuantos instrumentos las precedieron, que encontró en libros, pinturas y grabados que se remontaban a los orígenes del hombre. Auténticas obras de arte que más tarde donaría.
A día de hoy, junto a sus herramientas y algunas fotos, puede verse en el Museo de Artes y Costumbres de Sevilla el banco donde trabajaba, en reconocimiento a su labor una calle de la ciudad lleva su nombre y varios años después de su muerte, familiares, amigos y muchos de los vecinos de la Barriada de Carmen recuerdan con cariño y admiración al que conocieron como "Filigrana".
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4 comentarios:
Pues qué interesante. Me llama la atención que una cosita tan pequeña como la castañuela mueva la pasión de un hombre durante toda su vida. Qué seguridad la de él, que tendría sus dudas por entregar tanto de su tiempo a este saber, y qué acierto al hacerlo.
Saludos, dafd.
Te puedo decir, por lo que lo conocí, que jamás aparentó duda alguna, y que todo el tiempo que le dedicaba siempre le parecía poco. Aunque más que a su fabricación, al estudio de sus origenes y la recreación de estos instrumentos que la precedieron.
Aun así tambien era un avido lector, y un enamorado de Lorca. Incluso llegó a recrear varios de sus poemas en unos cuadros muy peculiares, en los que añadía a lo que venía siendo un lienzo de madera,otros trozos que cortaba, lijaba y pintaba hasta conformar el cuadro.
Por cierto, también era un hombre de mucho caracter, y gran defensor de la castañuela como instrumento.
Por un comentario que encontró en un libro sobre instrumentos músicales de un autor aleman, en el que se aludía a la poca importancia de la castañuela, redactó una carta y la hizo traducir para enviarsela al autor.
Creo que por ese "cosita pequeña" habrías recibido otra carta o un comentario por aquí ejejeje :P
Por supuesto que me merecería (y con razón) una reprimenda. No hay cositas pequeñas para el entusiasmo vital de una persona como tu abuelo, sino miopías imperdonables para un espectador abúlico de los de no sabe/no contesta.
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