Por aquí os dejo un cachín de la novela que tengo parada. Supongo que cuando decida retomerla tendré que darle un buen repaso. Pero así al menos os haceis una idea de por donde iban los tiros.
Risas y menoscabos, jactancia y desprecio es lo que tienes a bien prodigar a un anciano que con sincero afecto se acercó a tenderte animosamente la mano. Debes saber que el hombre que está ante ti yaciendo indignamente en el suelo, que llora y se lamenta por los insultos y los golpes que le has propinado, aún encontrándose próximo al ocaso de su existencia, está lejos de mostrarse desalentado, porque muy poco han de pesarle, a día de hoy, los numerosos fracasos que la vida hubo de infligirle.
Él se muestra con facilidad pleno y dichoso puesto que, a diferencia de nosotros, apenas ha de bastarle un estímulo para quedar colmado de la más incipiente alegría.
¿Y qué si su felicidad ha de verse por entero supeditada a la sinrazón? ¿Quién en su sano juicio habría de sentirse agraviado por oírle narrar con, desacierto fingido, triunfos pasados?
¿A quién ha de dañar el que hubiera de cacarear a los cuatro vientos mentiras cuya magnitud sólo hubieran de equipararse al descrédito que éstas ofrecen? ¿Te ofende, soldado, que alguien que no lo ha sido se jacte de serlo? ¿Acaso tu aprensión puede ser tan mayúscula, y tan exigua tu voluntad, como para que un par de alusiones, extraídas de los desvaríos de un demente, consigan herir tu ardor guerrero?
¡Mírame!, y escucha la voz del que por la fuerza te somete, porque has de saber que el que fue en otro tiempo veterano de espada y espuela, ahora no ansía más que seguir sus pasos, desvincularse de una hiriente realidad incapaz de reportarle alegrías; apenas lo suficiente como para concebir nuevas verdades y alcanzar, por fin, la quietud de convertirse en un loco borracho.
No podrías llegar a imaginar cómo envidia su carencia de razón y cuánto bien le hace su compañía.
Un día, hace ya mucho, llegó a hasta él como hasta ti lo ha hecho, y altanero y bullicioso, desenfadado y charlatán, consiguió levantar un ánimo que ya se creía extinto, hasta tal punto, que logró recolectar una sonrisa del más yermo de los rostros.
La candidez de esas inocentes mentiras endulzó su corazón y, hallándose lejos de toda redención, albergó en él una sombría esperanza de olvido.
Pero no espero que alguien como tú, que se jacta de ser sincero y arremete contra todo lo que hubiera de diferir de sus criterios, llegué a entenderlo. Habrá de bastarte con saber que éste del que hablo te permitirá vivir porque él vive, y que sí lo hace no es porque lo necesite, puesto que tal es su desvarío y su miseria que quizás, llegado a este punto, un piadoso final sea lo más apropiado que podría obsequiársele.
El extinto caballero que en sus manos tiene ahora vuestro destino pensó, llevado por la misericordia, concedérselo; pero el egoísmo, fruto de su débil naturaleza, le impidió hacer lo debido.
Si no ha muerto es por la necesidad que otro tiene de él para subsistir, porque en su exigua existencia se albergara la esperanza, al estar llamada a ser la prueba viviente de que el sufrimiento no tiene por qué ser perenne. Esta determinación no tiene más sentido que la que pudiera tener que un niño se afanara por conservar un juguete roto del uso y desprovisto de toda utilidad. Pero su carencia de sentido no cambia nada. Porque es y será, mientras los dioses lo permitan, la consentida víctima de un necio que antepone su bienestar al más primario gesto de humanidad. De alguien que malvive como un parásito, extrayendo con avidez sustento y consuelo de sus cansados huesos.
Él se muestra con facilidad pleno y dichoso puesto que, a diferencia de nosotros, apenas ha de bastarle un estímulo para quedar colmado de la más incipiente alegría.
¿Y qué si su felicidad ha de verse por entero supeditada a la sinrazón? ¿Quién en su sano juicio habría de sentirse agraviado por oírle narrar con, desacierto fingido, triunfos pasados?
¿A quién ha de dañar el que hubiera de cacarear a los cuatro vientos mentiras cuya magnitud sólo hubieran de equipararse al descrédito que éstas ofrecen? ¿Te ofende, soldado, que alguien que no lo ha sido se jacte de serlo? ¿Acaso tu aprensión puede ser tan mayúscula, y tan exigua tu voluntad, como para que un par de alusiones, extraídas de los desvaríos de un demente, consigan herir tu ardor guerrero?
¡Mírame!, y escucha la voz del que por la fuerza te somete, porque has de saber que el que fue en otro tiempo veterano de espada y espuela, ahora no ansía más que seguir sus pasos, desvincularse de una hiriente realidad incapaz de reportarle alegrías; apenas lo suficiente como para concebir nuevas verdades y alcanzar, por fin, la quietud de convertirse en un loco borracho.
No podrías llegar a imaginar cómo envidia su carencia de razón y cuánto bien le hace su compañía.
Un día, hace ya mucho, llegó a hasta él como hasta ti lo ha hecho, y altanero y bullicioso, desenfadado y charlatán, consiguió levantar un ánimo que ya se creía extinto, hasta tal punto, que logró recolectar una sonrisa del más yermo de los rostros.
La candidez de esas inocentes mentiras endulzó su corazón y, hallándose lejos de toda redención, albergó en él una sombría esperanza de olvido.
Pero no espero que alguien como tú, que se jacta de ser sincero y arremete contra todo lo que hubiera de diferir de sus criterios, llegué a entenderlo. Habrá de bastarte con saber que éste del que hablo te permitirá vivir porque él vive, y que sí lo hace no es porque lo necesite, puesto que tal es su desvarío y su miseria que quizás, llegado a este punto, un piadoso final sea lo más apropiado que podría obsequiársele.
El extinto caballero que en sus manos tiene ahora vuestro destino pensó, llevado por la misericordia, concedérselo; pero el egoísmo, fruto de su débil naturaleza, le impidió hacer lo debido.
Si no ha muerto es por la necesidad que otro tiene de él para subsistir, porque en su exigua existencia se albergara la esperanza, al estar llamada a ser la prueba viviente de que el sufrimiento no tiene por qué ser perenne. Esta determinación no tiene más sentido que la que pudiera tener que un niño se afanara por conservar un juguete roto del uso y desprovisto de toda utilidad. Pero su carencia de sentido no cambia nada. Porque es y será, mientras los dioses lo permitan, la consentida víctima de un necio que antepone su bienestar al más primario gesto de humanidad. De alguien que malvive como un parásito, extrayendo con avidez sustento y consuelo de sus cansados huesos.
2 comentarios:
"Él se muestra con facilidad pleno y dichoso puesto que, a diferencia de nosotros..."
¿Aquí cambias el sujeto que narra? Es que empezabas en el sujeto anciano, que se estaba refiriendo en segunda persona a alguien. Ahora estamos en tercera persona. Algo ha cambiado en el punto de vista. Y eso me despista respecto a quiénes son las personas implicadas a partir de ahora.
"apenas ha de bastarle un estímulo para quedar colmado de la más incipiente alegría"
¿Crees que es la mejor opción esa "incipiente"?
"habría de sentirse agraviado por oírle narrar con, desacierto fingido, triunfos..."
A lo mejor una coma justo después de "narrar" viene bien.
"porque has de saber que el que fue en otro tiempo veterano de espada y espuela"
Me estoy preguntando si no hay un problema con la palabra "veterano". Un veterano aludiría a un, en otro tiempo, soldado. Pero aquí entiendo que es veterano en presente.
Por otra parte ahora no sé si hay dos personajes. Uno de ellos un soldado y el otro es el narrador que afea al soldado su mala actitud hacia un anciano enajenado.
En cuanto a este texto, todo viene a ser un dialogo. Un rapapolvo que el protagonista le da a un soldado que a pegado a un anciano que es amigo suyo. Lo que pretendía ser la gracia del texto, es que era una manera indirecta de contar la historia, y dejar los huecos para que el lector rellenara el resto.
En cuanto a incipiente no es la palabra, ejeje. El texto es antiguo y debería haberlo mirado antes, ejjeje
En cuanto al veterano, se refiera a él mismo, pero por respeto a lo que fue se dirige a él mismo de un modo impersonal.
Esta en narrador, antiguo veterano de guerra, un soldado, al que tiene sujeto mientras le echa la bronca, y un viejo, amigo del antiguo veterano.
Otro texto de los muy antiguos, que por tu comentario descubro que me pasaba de criptico, un error que creo que se va subsanado en los nuevos textos.
Una abrazo. Nos leemos.
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